La denominación Territorio Vetón abarca varios yacimientos arqueológicos que se identifican popularmente como “celtibéricos”, “prerromanos” o, más recientemente, de la “cultura de los castros y verracos”. En realidad, la ocupación de estos lugares se remonta a la Edad del Hierro, cinco siglos antes de nuestra era, y se prolongará más allá del periodo romano, hasta el siglo V en el caso de Las Merchanas y hasta el siglo XII en Yecla la Vieja. El periodo que caracteriza mejor estos castros es el que transcurre desde el siglo II antes de Cristo al siglo II de nuestra era. Es la edad dorada de un pueblo indígena de pastores, jinetes y guerreros, identificado por los escritores de la Roma clásica como “vetones”.
Un pueblo que antes de la conquista romana estaba viviendo un proceso de profunda transformación conocido como “celtización” o “celtiberización”. Los grupos se habían hecho más grandes, los intercambios comerciales y culturales más intensos, su cultura más sofisticada y sus poblados se fortificaban constituyendo en ocasiones pequeñas ciudades.
Cuando cartagineses y romanos encuentran en la Península Ibérica un nuevo escenario en sus guerras, los pueblos prerromanos se aliarán con unos u otros, con distinta suerte. Estas grandes potencias mediterráneas tienen su primer contacto con los indígenas de la Meseta Norte en el año 220 antes de Cristo, y no será Roma sino Cartago. En la primavera de ese año el famoso general cartaginés Aníbal Barca entra por primera en el valle del Duero con sus ejércitos y elefantes atacando a los vacceos. Pone sitio a una de sus mayores asentamientos, Salmantica, situada al sur del territorio vacceo, rozando ya tierras vetonas. Restos de sus antiguas murallas acaban de ser descubiertos en el centro de la ciudad, claramente emparentados con las defensas de Yecla o Las Merchanas. Hay indicios de que los vetones pudieron haber apoyado a Aníbal en esta campaña contra sus vecinos vacceos. Un año después, la toma de la ciudad romana de Sagunto por el cartaginés dará comienzo a la Segunda Guerra Púnica, cuyo resultado a favor de los romanos transformará la historia de estos pueblos.
Expulsados los cartagineses de la Península Ibérica en el año 206 a.C. la República de Roma inicia la dominación de este territorio. La resistencia es larga y dura, especialmente intensa bajo el mando de un caudillo lusitano, Viriato, al que apoyaron precisamente los vetones. Su asesinato en 139 a.C. no acaba con las resistencias indígenas que tienen otro hito en el terrible asedio de Numancia en 133 a.C. De hecho, hasta que lo logren César y Octavio Augusto un siglo después, la dominación romana de la Meseta Norte será solo nominal, en un precario juego de alianzas y rebeldía.
La lenta asimilación de estos pueblos a Roma fue desigual, y en el caso los vetones produjo el desarrollo de algunas de sus ciudades, como Salamanca, o la transformación de éstas en verdaderas urbes romanas, caso de Cáparra. César fue el gran impulsor del abandono de los castros en pos de nuevos asentamientos agrícolas en poblados o villae. No obstante, algunos castros conservaron su entidad, caso de Yecla la Vieja y Las Merchanas.
Bajo la influencia de Roma, los vetones verán transformar sus modos de vida y su sistema de creencias, su organización social y familiar, entrando a participar en un universo mucho más amplio. Con el tiempo, los antiguos vetones aceptarán los dioses romanos sin olvidar sus viejos cultos al sol y la luna. Tallarán verracos como sus ancestros, pero también estelas funerarias al estilo romano. Seguirán siendo pastores de cerdos, vacas y caballos, pero se sumarán a la intensa actividad minera desarrollada por los romanos en Hispania. Los viejos lazos de parentesco se irán transformando en nuevas jerarquías basadas en la riqueza y la propiedad de la tierra. Algunos vetones se integrarán en las legiones romanas, formando en ocasiones cohortes completas. Los que volvían después de dos décadas de milicia eran tan romanos como aquellos colonos y veteranos que se asentaban en estas tierras. Lenta pero inexorablemente, de aquellos vetones nacerían los hispanorromanos.
La larga crisis del Imperio Romano provocará el abandono de Las Merchanas en el siglo V de nuestra era, pero Yecla seguirá ocupada hasta bien entrada la Edad Media. Pero ésta… ya es otra historia…