La ermita de Santiago Apóstol se construyó entre los siglos XV y XVI posiblemente sobre un templo anterior y éste, a su vez, sobre una necrópolis tardorromana. Hoy podemos apreciar el trazado de la planta original, ya que lo que se conserva es exclusivamente la cabecera, único resto que permaneció en pie tras su derrumbe en 1968. Las recientes excavaciones y restauración de la ermita han permitido descubrir estelas romanas reutilizadas en sus muros y, también, varias tumbas construidas con lajas de piedra con ajuares funerarios que nos remiten al siglo V o VI de nuestra era.